Roberto Cayuqueo: “Ser mapuche también tiene que ver con una historia de discriminación”

Mapuche, actor, director y guionista, Roberto Cayuqueo, es el encargado de interpretar a Pedro en la película de Marcela Said, “El verano de los peces voladores”, primera película de ficción que trata del conflicto mapuche: “El arte también es representativo de la sociedad que lo fabrica, y como tal, la sociedad chilena tiene una deuda muy grande y evidente con el pueblo mapuche”.

“A veces me preguntan, bueno ¿qué tan mapuche eres tú?” y yo no sé si uno es muy mapuche o poco mapuche, uno es no más y soy desde ahí lo más mapuche que puedo ser dentro de un contexto de ciudad”, confiesa el joven actor.

¿Por qué decidiste estudiar teatro?

Yo creo que la vocación se manifiesta desde que uno es bien chico, en el caso del teatro, cuando dicen que “te pica el bicho”. A mí me pasó desde chico, porque era uno de los primos más grandes, entonces nos juntábamos con mis tíos, mis papás, armábamos sketch y yo era como el “seudo-director”. Desde ahí que tengo las primeras luces que esto era lo mío.

Estudié en un liceo industrial, soy mecánico industrial, y ahí había un taller de teatro, donde una vez yo escribí una obra, la montamos y no me pude despegar más del teatro en sí, de la escritura y de la dirección, que es a lo que más me dedico.

¿Cómo definirías lo que es ser mapuche?

Todos los mapuches compartimos más o menos la misma historia, al igual que todo pueblo originario, que ha sido atravesado por la guerra. Por ejemplo los palestinos, los mismos judíos, los escoceses también. Todo pueblo atravesado por la guerra carga una historia familiar, carga una historia de despojo, carga una historia de expropiación y de ciertas costumbres que tenemos, que son a veces privadas por el resto de la sociedad. Por ejemplo, la mantención del idioma o la imposición de ciertas fechas, como el 18 de septiembre, el año nuevo, cuando nosotros ya teníamos esas celebraciones desde mucho antes y que tienen que ver con los símbolos naturales desde este lado de la tierra, como es la llegada del wetripantu.

Yo creo que ser mapuche, tiene que ver; uno, con que tenemos familiares cerca del campo, hay como un 60% de mapuches que vive en Santiago, más que en Temuco, y muchos tenemos esa cosa provincia igual en el ADN y eso te hace muy distinto a una persona que ha sido nacido y criada en una ciudad.

Ser mapuche también tiene que ver con una historia de discriminación, la violencia es a diario a uno como mapuche, el mismo fenómeno de la “cara de nana” de Ana Tijoux y ¿cuál es la real cara de nana? La cara de indígena y es la cara de indígena que cargamos todos los que tenemos ascendencia indígena, eso también es ser mapuche. Si yo voy a un hotel muy caro, hay cierta gente que me mira extraño, porque soy moreno y peor cuando les dices el apellido. Entonces yo creo que ser mapuche te ubica en todo ese contexto y uno se impone ciertos deberes también, como el asumir o no la reivindicación la lucha del pueblo mapuche, asumir o no las tradiciones del pueblo mapuche, asumir o no la necesidad de aprender la lengua.

A mi me pasa que en el mundo del teatro, como no hay tanta gente mapuche, en el cine menos, y me preguntan: “Bueno, ¿Qué tan mapuche eres tú?” y yo no sé si uno es muy mapuche o poco mapuche, uno es no más y soy desde ahí lo más mapuche que puedo ser dentro de un contexto de ciudad, de un contexto de trabajo, de si estoy en una mesa y se toca el tema y hay gente que no sabe, bueno, pongo el tema. También desde el lugar de uno como actor, hay una representación de la cual te tienes que hacer cargo, si a mí me llaman para hacer personajes mapuche, desde ahí yo me hago cargo y decido qué personajes tomo, y que personajes no. Por ejemplo, una vez me llamaron para una serie, donde habían unos presos que salían de la cárcel, que eran presos winkas y ¿quién los llevaba y los escondía en una comunidad? un mapuche. Entonces nuevamente estamos ligando el tema del mapuche, con la clandestinidad, con la violencia, y ante ese tipo de cosas, yo puedo hacer un ladrón, puedo hacer un violador, pero cuando ya te ponen la categoría de “violador mapuche” o “ladrón mapuche” o “activista mapuche” y te ponen esa carga, uno también tiene que ser consecuente o lo más consciente consigo mismo y con la lucha que llevamos como pueblo mapuche de tomarlo, o de dejarlo.

¿Cómo confluye ser actor y ser mapuche?

La verdad es que a mí me cuesta a veces el mundo actoral, el mundo de la careta un poco, de lo que se mueve, de todos los eventos sociales ligados a las artes escénicas, el arte en general.

Más que actor, a mí me gusta hacer lo que hago, yo antes de ser actor y para poder ser actor, tuve que trabajar de auxiliar de buses, limpiar autos, trabajé en comida rápida, de cajero, hice completos, y ser actor es unos de los tantos oficios que tuve que hacer no más… Para ser actor, siendo mapuche, tuve que pasar por esos procesos, para poder pagarme la universidad, yo trabajaba y estudiaba, porque era mapuche, porque si hubiese tenido un apellido de la clase oligárquica no hubiese tenido esa realidad, y esa es mi riqueza como actor también. No lo siento como una desventaja, para nada, para mí el conocimiento del actor tiene que estar en el ensayo, pero también en la vida diaria y para mí, en ese sentido, es más una oportunidad, un lugar de desarrollo, la historia de trabajar para poder ser lo que quiero ser y tomar otros oficios, de alguien que no la tuvo. Así se me hace más fácil el cómo pararme y crear un personaje.

¿Alguna vez te sentiste discriminado en el mundo actoral?

La verdad es que en la escuela nunca fue tema, no fue tema ser mapuche, porque yo estudié en la escuela de una universidad que ya cerró, una universidad que era para los pobres, que era La Universidad Bolivariana, donde todos éramos más o menos una clase social parecida y todos en algún momento tuvieron compañeros mapuche en el colegio, entonces no fue mucho tema.

El tema fue cuando salí y me empecé a enfrentar al circuito más oficial del teatro, en donde llamaba la atención que fuera mapuche, porque la gente del teatro está más abierta al reconocimiento de la lucha de las minorías y desde ahí  nunca me he sentido discriminado de parte de la artes escénicas,  todo lo contario, me he sentido valorado, y muchas veces puesto en jaque y debo tomar una opción respecto al ser mapuche, que es reconocerte como tal y decir desde acá estoy llamado hacer también mi lucha, esta es mi trinchera, la artística, hay otros que tienen sus trincheras desde el periodismo, otros desde la vida activa, en la vida política y el mío está en el lado artístico y eso se dio gracias al reconocimiento de mis pares y en ese sentido siempre fue muy agradable .

¿Cuál es tu visión de que se toque el tema del denominado “conflicto mapuche” en la película “El verano de los peces voladores”?

El arte también es representativo de la sociedad que lo fabrica, y como tal, la sociedad chilena tiene una deuda muy grande y evidente con el pueblo mapuche, y en todas sus aristas, como es la política, pero también en la artística y en ese sentido, creo que “El verano de los peces voladores” es un primer buen intento de compensar esa deuda. Reconocer el conflicto que existe en el sur, de dos pueblos que son muy diferentes entre sí, que tienen valores distintos y que se ven reflejados en la película con esta obsesión del dueño del fundo por exterminar las carpas y hacer volar los peces de la laguna.

Hay una metáfora muy bonita, que yo creo la Marcela (Said) está tocando desde el lugar menos evidente, desde el lugar del arte, de la metáfora, que es lo que está sucediendo por debajo, ¿quiénes son realmente los peces voladores?, ¿quiénes son lo que quieren hacer volar a los peces voladores?, yo creo que esas preguntas se instalan desde un lugar inconsciente en la película y desde ahí yo creo que es importante, sin embargo, necesitamos que todavía el tema se toque más.

Es un primer intento, faltan más, también falta que los productores y productoras se abran a la gente mapuche que también está haciendo cine, existen directores mapuches, como Francisco Hueichaqueo por ejemplo, que es un director que yo respeto bastante y que a veces, también, por no tener el nivel de contacto, ni por ser tan taquilla como otras personas, no se les da el espacio, entonces, “El verano de los peces voladores” es un buen intento, pero para seguir abriendo el tema, para que también sigamos discutiendo más, y ver también qué tenemos que contar los mapuches cuando nosotros somos creadores de arte, también es necesario que vengan esas nuevas voces, pero también yo creo que se están dando por las nuevas generaciones, que lo mapuche dejamos de ser los campesinos pobres, iletrados y ahora somos nuevas generaciones que estamos especializándonos en áreas distintas y aportando al conocimiento de un país, a la creación de una plurinacionalidad, que es donde Chile debiese apuntar y reconocer que la gente del sur, no es igual a la gente del norte y la gente del norte no es igual a la gente de Santiago y no entender eso y creer que “todos somos iguales”, es nefasto porque te ningunea y te borra lo más original que tú puedes tener, que son tus raíces.

Por Paula Huenchumil Jerez.

1 Comment

  1. Samuel Cariñe Millanao

    Un día te escuché en una entrevista en radio cooperativa y sonabas muy elocuente. Ahora con esta entrevista lo reconfirmo. Es un agrado leer tus pensamientos y me identifico con algunos de ellos. Ser mapuche-urbano es tema …un abrazo peñi!

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