Annette Rapu, directora del Colegio Lorenzo Baeza: “Formamos el futuro del pueblo Rapa Nui”

Annette Ivonne Rapu Zamora es la actual directora del Colegio Básico Lorenzo Baeza Vega de Rapa Nui, establecimiento municipal y laico, el cual tiene como énfasis del proyecto educativo: el desarrollo integral, la excelencia académica y ser intercultural bilingüe.

“El liderazgo que empecé a tener fue complicado y fue muy criticado ‘bueno es mujer’ e inmediatamente los hombres te apagan, también las mismas mujeres, somos nosotras las primeras responsables en desconocer nuestro valor como personas y como género. Empezamos a potenciar toda la parte masculina, desconociéndonos a nosotras. Con mi propia experiencia, llegué a entender que somos tan complejas como seres, que es más fácil dotar al otro género, que sentarnos entre nosotras, reconocernos, tomarnos de las manos y caminar en conjunto”, confiesa Annett en esta entrevista:

¿Cómo ha sido la evolución de la escuela Lorenzo Baeza?

Yo estudié aquí desde kinder hasta cuarto medio, fui la segunda generación de cuarto medio que egresó en la isla… tuve la fortuna que cuando estaba estudiando, cada año se agregaba un nuevo nivel.

Fue una bonita experiencia, acá no habían tantos profesores Rapa Nui, como existen hoy en día, sólo se hablaba español, pero nosotros no manejábamos tanto el español, de hecho cuando yo me veía enfrentada a un libro, era un mundo totalmente distinto, un choque enorme, las familias no teníamos libros en las casas. Yo me cuestionaba cómo se creaban los libros, ahí estaba en tercero básico.

Y recuerda: “Ha existido un cambio tremendo, por ejemplo para ir a tomar la leche se elegían cinco personas, hoy van todos. No era un beneficio para todos, pero era muy apreciado”.

¿Siempre anhelaste llegar al puesto que estás ahora como directora?

No. Tampoco me proyectaba estudiando pedagogía, simplemente fue la oportunidad en un convenio que se dio en la universidad y yo no tenía claridad a lo que iba, sólo sabía que tenía que salir de isla e ir a estudiar. Me gustaban más otras áreas,  la parte de business, de idiomas, por la misma experiencia de vida. Llego a pedagogía y todavía no entendía que era lo que estaba estudiando, una cosa muy extraña, pero después empecé a descubrir que es un trabajo que me gusta, que me interesa, que está en mi personalidad el servicio, el ayudar y si bien, estudié la carrera, egresé, yo quería seguir estudiando en otra línea y seguir perfeccionándome.

Por circunstancias de la vida no pude seguir estudiando, siempre me he declarado una estudiante. Pero creo que este mundo de la pedagogía, me da una oportunidad: el encuentro con nuevas generaciones que te permite mantener vivo tu pensamiento en el sentido de la apertura al cambio permanente. Cuando te enfocas en otras líneas de trabajo, no tienes este feedback permanente con los niños y niñas, y ello para mí, significan un estudio y entrega mutua, en ese sentido, creo que va de la mano con lo que hago, y llegar a ser directora lo llegué a pensar mucho después, luego de haber trabajado 10 años acá, luego renuncié por otros factores, y me dije “si vuelvo a este colegio, tiene que ser en un cargo diferente”, con la convicción para poder generar cambios desde la perspectiva que yo creo que debiesen funcionar la pedagogía, cómo se deben tratar a los niños y niñas, pero también necesito empoderar a otras personas que estén con la misma filosofía. Una filosofía ante la vida, que si bien es cierto, acá somos particular por la cultura, pero hay una condición humana que es transversal y universal y yo me arraigo y me apego mucho a ese sentido de la condición humana y por supuesto que le da un valor agregado a la cultura en la que estamos, pero mi enfoque está en la formación humana, como tú te sientes, como nos relacionamos, como nos respetamos, donde está la diferencia y buscar puntos de encuentro, eso es lo que a mí me llama mucho la atención.

¿Cómo ha sido tu proceso de liderazgo como mujer, tienes apoyo?

Mi vida y mi camino han sido muy interesantes, difíciles. Primero como mujer para optar a cargos como estos que son públicos, tú tienes que tener una seguridad en tu persona total y yo tuve que caminar mucho para obtener esa seguridad, no porque no tengan los conocimientos, sino porque tú no tienes esa seguridad, vives dudando permanentemente si lo que crees es correcto, y cuando estás en un mundo donde la globalidad se mueve distinto y los valores son diferentes a los que yo tengo, mayormente me cuestionaba si era realmente correcto o no, sin embargo, no cambiaba mi perspectiva, sino más bien con el tiempo he tenido más claro lo que pienso.

Cuando llegué acá, lo primero que tuve que experimentar es ser madre, afrontando lo que eso implica, después ser la profesora, donde la mujer no tiene un liderazgo reconocido dentro del pueblo Rapanui, la mujer está más bien ubicada en el sentido de la familia y sería todo, la parte sostenedora, pero no es la que entrega pensamiento, la que toma decisiones, es la que forma la familia, pero no hay un reconocimiento cultural al rol de la mujer dentro del contexto rapanui. Entonces para mí fue mayormente complejo, en un mundo donde el proceso de la aceptación de las familias que son mezclas- yo soy mezcla, mi papá es continental y mi mamá rapanui- eso también ha sido cuestionado por mi gente, y a la vez, si tú hablas Rapa Nui y te equivocas, también es una cultura muy sancionadora, no te corrige de una forma que a ti te motive a continuar, sino dices “guau, no quisiera a volver a repetir esa experiencia”…

El liderazgo que empecé a tener fue complicado y fue muy criticado ‘bueno es mujer’ e inmediatamente los hombres te apagan, también las mismas mujeres, somos nosotras las primeras responsables en desconocer nuestro valor como personas y como género. Empezamos a potenciar toda la parte masculina, desconociéndonos a nosotras. Con mi propia experiencia, llegué a entender que somos tan complejas como seres, que es más fácil dotar al otro género, que sentarnos entre nosotras, reconocernos, tomarnos de las manos y caminar en conjunto. Entonces estas diferencias que todavía están, las fui detectando y dije ‘no, a mí me encanta ser mujer, y creo tener una inteligencia o conocimiento que puedo compartir, tengo un pensamiento propio, tengo un pensamiento conformado culturalmente, por el entorno en que he crecido y por lo tanto, los juicios que yo tener sobre algo, no están basados en una crítica no constructiva’. En la crítica constructiva tienes que tener un nivel de conciencia, para tener un análisis, primero del colectivo, del momento y de tu evolución. Yo soy muy autocrítica, no tomo decisiones porque se me antojan, trabajo las ideas paras llegar a concretarlas, también reconozco tener una personalidad trabajólica, y el ritmo del común no es así, me gusta estar inventando, creando, por eso la educación me viene muy bien, porque es transversal.

Dentro de la comunidad, de una de las cosas que me ocupé a temprana edad, fue cuidar mi imagen, porque qué imagen quieres se proyecte para la mujer, el día de mañana sea respetada, las cosas muy mundanas que yo veía, que siempre estaba catalogada o ubicada la mujer, yo no las consideraba, me aislé de muchas cosas sociales, hay gente que cree que se rapanui significa estar siempre con el vestido polinésico, para mí no tiene nada que ver, es una cosa circunstancial de imagen, porque la cosas están en el ser, en la asimilación de lo que realmente sientes por la cultura, vives por la cultura, y promueves la cultura. Después fui trabajando, fundé una fundación, entré a trabajar en tv, hacer programas, entrevistas y pude desarrollarme en otras habilidades. No hay nada más triste que tener habilidades y no darte cuenta. Yo crecí en una familia donde el leer era de las flojas, sin embargo, mi curiosidad por el mundo siempre ha estado.

En ese tiempo era muy separatista las clases, Rapa Nui y los continentales, los Rapa Nui era como el peor curso, pero con el tiempo me di cuenta que los rapanui no éramos el peor curso, sino que simplemente no hablamos español, no entendíamos y yo tenía 9 años y tenía compañeros de 15 años, no entendía esos desfases de tiempo, por lo que había un deserción escolar enorme. Había gente potente que estaba reprimida por el tema lingüístico, catalogados como tontos, y poco a poco se fueron dando cuenta, ya muy mayores, que tenían conocimientos tan importantes que la otra cultura no dejaba florecer. Esa injusticia yo la vi desde pequeña, mi sentido era ayudarlos a ellos, pero cada uno va descubriendo su propio camino.

Lo que mencionabas respecto a la lengua, que te alguna forma te “retaban” por ciertas pronunciaciones, ¿cuál es hoy en día tu relación con la lengua rapanui?

Yo creo que mi primera lengua es el castellano, yo crecí con mis abuelos, desde los 3,4 años que a mí me hablaban en un idioma diferente, por lo tanto, yo empecé a prestarle más oído y hablar el otro, desde los 7 años con mi compañeras nos decíamos quien sabía más palabras en Rapa Nui, más tarde dominé el idioma, pero me faltaba la práctica, entonces me acercaba al mercado y las señoras hablaban en rapanui y yo les contestaban… ahí se sorprendían. Sin embargo el valor de la calidad de la lengua la vengo a obtener mucho más tarde, como el 2003 entro profundamente al habla Rapa Nui, y me atrevo sin vergüenza, equivocándome.

En un momento vi un trato diferente hacia mi persona por tener la piel más blanca y no entendía, en el colegio me costó mucho, me di cuenta que todos tenían nombres diferentes, pero, ¿por qué tengo un nombre tan raro? Y pesar de no ser hija 100% de rapanui, siempre me sentí orgullosa, con las ganas de aprender la lengua, escuchando en silencio. Hoy en día no tengo un conflicto interior con la lengua, la domino, siempre estoy aprendiendo, voy descubriendo nuevos conceptos, los incorporo. Estando en Hawai, me di cuenta que si hablas Rapa Nui, dos días después, te entregas intelectualmente al idioma y fluyes con él. Después de esa experiencia, me dediqué hacer clases de Rapa Nui, lo que más despertaba en mis alumnos es este valor, el respeto y amor a la cultura que tenemos que entregarlo nosotros mismos, no puedo pedirle a otro lo que yo no hago.

El concepto de la relación polinésica es definitivamente un aprendizaje y una experiencia personal, que debería ser manifestado en el curriculum educacional, pero no existe un curriculum creado  en la isla, para la isla, sino que está el nacional donde se adecuan ciertas cosas, y ahí es cuando yo tengo más deseos de generar cambios. Yo me proyecto sólo cinco años en el colegio porque creo que pueden mejorar varios temas y seguir continuando mis estudios y otras líneas de trabajo que pretendo. Por lo tanto, estos cinco años para formar sólo líderes, a mí me interesa empoderar a todas las personas en cualquier área, en cualquier línea, darle una inspiración, un aire fresco y que tomen decisiones al respecto, porque yo puedo tener la idea, puedo soñar que puedo hacer lo correcto, pero si las personas no se empoderan, no se suman, queda dormido, la semilla no crece. Siento la necesidad que hay que seguir buscando instancias mayores, para ir inyectando la misma filosofía para que esto pueda trabajarse en una línea más macro, tengo decisiones muy claras: formar los nuevos líderes del colegio, quizás el futuro o futura directora que salga de acá, los nuevos líderes a nivel de lengua Rapa Nui. Formamos el futuro del pueblo Rapa Nui, por la particularidad, por la geografía en la que estamos no puedo estar ajena a sobre el efecto del mañana.

Finalmente, ¿algún mensaje para las mujeres indígenas?

Las mujeres indígenas me inspiran mucho, la mujer indígena tiene otros saberes, una manera de ver y entender el mundo, que está muy lejos quizás del prototipo de la mujer de la ciudad cosmopolita, que no tiene raíz, no tiene identidad. A la mujer indígena le diría: “No dudes de ti, no cuestiones tu fortaleza, ama a tu cultura, madura en tu cultura y promueve tu cultura desde esos propios saberes y lo externo, que te sirva como herramienta para complementar y lograr lo que tienes que entregar”.

Por Paula Huenchumil Jerez.

Log In or Sign Up