
LA HISTORIA OPTATIVA
Somos hijos de lavanderas, panaderos, feriantes
y ambulantes
Somos de los que quedamos en pocas partes
El mercado de la mano de obra
Obra nuestras vidas
Y nos cobra
David Aniñir Guilitraro ,
Mapurbe.
El debate que abre la propuesta del Consejo Nacional de Educación de que la asignatura de Historia sea optativa en tercer y cuarto Año Medio, es una buena oportunidad para recuperar alertas que desde hace mucho se plantean en la academia, pero que al parecer no han rozado las discusiones ni reflexiones de quienes quieren implementar la medida hoy. Por un lado, la pregunta por el tipo de historia narrada en la educación formal es crucial: se sabe por las investigaciones y análisis de los programas y textos de estudio que es androcéntrica, eurocéntrica y focalizada en visiones unívocas y que, por ello, los imaginarios sobre el pasado invisibilizan o seudo-representan la participación de las mujeres, de los pueblos indígenas, de los afrodescendientes, en fin, de los(as) marginados(as) y de otras dimensiones que constituyen la memoria social de este país llamado Chile. Desde esas apreciaciones muchos(as) consideran que no importa que la asignatura sea optativa, pues sus visiones sobre la historia son tan sesgadas que es mejor que no se enseñen. Nosotros pensamos, sin embargo, que debe ser obligatoria, pero renovada, inclusiva y llenando los vacíos que hoy día se aprecian en la mirada de los(as) más jóvenes a los procesos, luchas y sentidos, que los(as) antecedieron.
Desde nuestra perspectiva el esfuerzo del Ministerio de Educación -y sin duda de las universidades que forman profesores(as) en Historia- es plantearse un cambio profundo en sus programas y en las metodologías de enseñanza, acogiendo las nuevas miradas relacionadas a la inclusión de los sujetos colectivos que hacen el devenir que hoy vemos plasmado en un conjunto de contradicciones. ¿Qué sabe un(a) niño(a) o un(a) joven chileno(a) sobre la historia de los feminismos en el mundo y en nuestro país? ¿Qué conoce del desarrollo colonial y post colonial de los pueblos indígenas, de su cultura, de sus líderes? ¿Qué sabe de la esclavitud a la cual fueron condenados los africanos traídos a este territorio como mano de obra? ¿Qué saben de la relación que han tenido los(as) campesinos(as) con la naturaleza, la tierra y el agua, de sus luchas por salir del inquilinato? ¿Qué han estudiado sobre el ser niño(a) pobre, huacho(a), abandonado(a) en Chile?
Los avances de una mirada crítica de la historia son muchos y deben ser incorporados, de modo contrario seguiremos fallando en la transmisión de los procesos que han dado lugar a cómo nos entendemos hoy y qué horizonte de proyectos tenemos en común. El divorcio entre las demandas sociales y las instituciones es evidente, y la noticia de que la Historia deba ser optativa es un síntoma muy claro de ello: la institución educacional no es capaz de entender que buena parte de la sociedad no reclama comprimir sus contenidos históricos para incluir la formación ciudadana y la filosofía en los dos últimos años de educación media, sino cambiar su perspectiva, hacerla más integral, intercultural, plurinacional y sin sesgos de género. De modo contrario la deuda seguirá, y la brecha entre sociedad y educación será cada vez mayor.
Sonia Montecino A. – Claudio Millacura S.
Coordinadores Cátedra Indígena.
*Fotografía: Clave 9- Diario Electrónico de la región de La Araucanía