
“Neomestizo”, una experiencia desde la migración
“Es pregunta y desarrollo por las relaciones humanas en un contexto globalizado y transfronterizo, donde nociones como: migración, raza, país, tránsito, identidad y cuerpo se tensionan demandando nuevas miradas y conceptualizaciones”, extracto de “Neomestizo”, exposición que se lleva a cabo en la Casa de Ciudadanía Montecarmelo.
Conversamos con Valeria Radrigán, directora de “Neomestizo” y Francisco Jorquera, fotógrafo del proyecto, quienes compartieron su experiencia con UChile Indígena de cómo fue realizar esta instalación, cuáles fueron sus inspiraciones y cómo ven el proceso de la migración.
¿Cuál fue la principal motivación para llevar a cabo “Neomestizo”?
Valeria: Mi interés por el tema, surge a partir de una experiencia personal que tuve con la migración. Yo viajé a España por motivos de estudios, y creo que tuve la experiencia contemporánea típica, que claro, es desplazarse hacia cualquier país, por cualquier motivo. Yo me fui becada, y en ese momento tenía una visión muy inocente: pensaba que había como “tipos” de migrantes. Que yo porque venía en este estado “especial”, tendría una estadía muy distinta a una persona que viaja por que sí, y me di cuenta que era un prejuicio muy estúpido con respecto a aquello, porque todas las personas que nos trasladamos en el mundo, da lo mismo por la razón que lo hagamos, estamos aludiendo a un derecho básico que es la necesidad de moverse.
Me enfrenté con el hecho que era como cualquier persona que estaba migrando, que tenía que hacer la misma cola a las cinco de la mañana en la nieve para obtener un papel. La burocracia y la discriminación era exactamente la misma para mí. Al final de mi estancia allá, yo entré como en un vacío legal: no podía venirme a Chile, porque no tenía los documentos del fin del magister, pero tampoco me podía quedar, porque había finalizado mi visa de estudiante, entonces estuve ahí como seis meses en periodo de ilegal, pero sin poder regularizar mi situación. Era un trato infrahumano, me enfrenté un poco a ese dilema, lo necesario que era moverse, lo terrible que es estar en un lugar, en el que quieres estar, pero no puedes. No puedes estar pisando una tierra, respirando un aire, porque es un espacio que no te pertenece, pero sin embargo: ¿qué significa que algo te pertenezca? Al mismo tiempo, para mí volver a Chile no tenía ningún sentido, yo acá no tenía vínculos, no tenía casa, no tenía trabajo… me había enamorado de un español… que ahora es mi esposo…
También está el tema de los vínculos, yo había hecho un vínculo afectivo muy potente allá, con la gente, con las costumbres, con una nueva familia… y de pronto ese vínculo se tenía romper por obligaciones que me trascendían a mí y a mi voluntad. Por una parte, este tema de la legalización de mis papeles y por otra, la beca que yo obtuve me obligaba a volver a Chile, si no, me quedaba con una deuda de 60 millones, que claramente no iba a poder pagar nunca como actriz- latina-ilegal en España. Entonces, todos estos sucesos gatillaron en mí, el interés por tema de la migración.
Cuando llegué a Chile inmediatamente intenté hacer una obra de teatro tratando esos temas, y me junté con Francisco. Por distintos motivos, no funcionó, pero el tema quedó en mí. Mi marido ahora vive en Chile y hemos vivido el proceso de la migración a la inversa.
Francisco: Al final el territorio es un tema súper democrático, para todos los habitantes del planeta. Entrar como en el juego de la burocracia por el derecho a pisar un espacio específico.
Valeria: Claro, como que se contraponen dos cosas muy intensas, la necesidad del ser humano de moverse, de transitar por el mundo y querer un mundo sin fronteras, pero por otro lado, tienes estas fronteras rígidas, esa tensión me parece fuerte y radical hoy en día.
Francisco: Llega a ser violento, es como la condición que te ponen para habitar el planeta.
Bajo tu experiencia, ¿crees que son barreras mundiales?
Valeria: Yo te puedo hablar de la experiencia que viví, pero yo sí que creo que es un problema mundial. Todos los países en algún momento, tienen esa problemática de a quiénes dejamos entrar, por qué los dejamos entrar, ese resguardo de lo que aparentemente te es propio, sin pensar realmente en qué es lo que constituye lo propio, si es que hay algo que lo constituya hoy en algún lugar. Yo me pregunto mucho eso: ¿qué es lo haitiano? ¿Qué es lo venezolano? ¿Qué es lo alemán?
Cuando dicen, es que “vienen los extranjeros a quitarnos los trabajos” yo creo que está bien que nos lo quiten si de pronto ellos tienen una mejor calificación… del mismo modo que si yo voy a otro país y estoy bien calificada, pueda trabajar ahí tranquilamente. Por eso también creo que es una problemática mundial, aunque sólo puedo hablar desde los casos que yo conozco…
Francisco: Es como una metáfora las barreras que hay en todo sentido: ideológicas, de territorio, raciales. Son como casilleros donde cada uno entra o no entra, y eso a mí parece interesante para trabajarlo artísticamente. Este proceso largo de una obra de teatro, finalmente termina derivando en una instalación… en ese sentido la metáfora de la frontera se plasma en “Neomestizo” en una especie de fábula que finalmente habla de todas las fronteras que hay, estamos llenos de límites por todas partes.
Valeria: De hecho yo creo que el ser humano se constituye como tal, en la relación de las fronteras que establece con su entorno. Para efectos de la exposición, nosotros con Pancho trabajamos en términos de ver como se diluían las fronteras entres disciplinas. Esto partió desde un texto dramatúrgico que yo escribí, ese proyecto se desecha, y desde ese texto intento rescatar algunos conceptos que me interesan trabajar, como: fronteras, país, territorio, el tema del amor, la identidad. A partir de ello, trabajé con un coreógrafo, que llevó esos conceptos de alguna forma al cuerpo de los actores, y después lo que hizo Francisco, fue retratar esas figuras en fijo, en fotografía. Entonces ahí también de alguna forma, esas fronteras territoriales, metafóricas, se trasladan al territorito disciplinario-artístico y las vamos borrando desde ahí.
A través de este proceso, ¿cuál fue el mayor aprendizaje personal que pudieron obtener?
Valeria: De lo yo pude ver con el proceso de trabajo, por una parte reforzar la idea que todos los migrantes, por muy distintos que sean, están en la misma situación. Por otra parte, y quizás puede sonar paradójico, lo humanamente diferentes que son estas experiencias. Por ejemplo, en el proyecto se entrevistó a inmigrantes ecuatorianos, y muchos de ellos, hablaban de cómo ellos “llevaban a su patria en el corazón”, de cómo ellos trataban de buscar a Ecuador en Chile. Hacían cenas, por ejemplo, para reforzar los vínculos. Y yo me acordaba que cuando estaba en España, jamás pensé en buscar chilenos (ríe). Por eso veo particularidades en cada experiencia. En mi caso, lo que más me interesó resaltar en esta exposición fue el tema del afecto. Creo que el amor, los sentimientos, de alguna forma logran apalear esta violencia que se da en torno a la migración. Eso me permitió a mí enfrentar mis diferentes dolores.
¿Cuál es su opinión respecto a la identidad de los chilenos?
Francisco: Nosotros tenemos un mestizaje muy grande, que es coherente también con el mundo globalizado. Finalmente hay para todos los gustos, para todos los colores, entonces me cuesta mucho identificar una identidad nacional. Lamentablemente creo que no existe un patriotismo muy sano. El reconocimiento de los pueblos originarios es muy pobre. La verdad es que creo que Chile no tiene mucha identidad propia…
Valeria: Yo creo que si es que existe una “identidad chilena”… pero es una identidad mestiza.
Francisco: O más híbrida que mestiza…
Valeria: Sí, el chileno es como el tipo comiendo empanadas en el Macdonals, o escuchando reggetton en una fonda, eso creo que es lo chileno, la apropiación de lo foráneo en una cierta originalidad. Hay una potencia en esa hibridación, lo que falta es reconocerla como propia, indagar en ello y no sentir vergüenza.
Francisco: No se cuida lo antiguo, hay un tema importante de patrimonio que hemos indagado con Valeria, no está cuidado por el entorno, entonces hay una identidad menos clara.
Desde su visión, ¿a todos los migrantes se les trata igual o hay “clases de migrantes”?
Valeria: Hay diferencias, de hecho me acuerdo cuando acompañé a mi esposo a realizar sus trámites, había sutiles diferencias y filtros: peruanos, bolivianos y colombianos, tenían que llenar otros formularios, por ejemplo. Por otro lado, el trato comunitario. Hace poco que nos estamos acostumbrando a ver otros colores, otras caras, hay un trato distinto, creo que es principalmente racial.
Finaliza: “Ojalá vengan a vernos, es difícil difundir este tipo de trabajos. Me interesa compartir esta experiencia, y determinadas sensaciones que tuve. Es importante el tema de la migración actual en Chile, pero nos interesa resaltar más bien algo atemporal, apelar a una cierta universalidad del tema”.
Cabe señalar que “Neomestizo” estará en exposición en la Casa de la Ciudadanía Montecarmelo hasta el 08 de mayo (Bellavista 594, Providencia-Metro Salvador). Más información acá.