Camila Medina, autora de “Maestras de la tradición oral Rapanui”: “Las mujeres tenemos que construir nuestros propios relatos”

Camila Medina López es la autora del libro Maestras de la tradición oral Rapanui- Crónicas y relatos de artistas de Isla de Pascua. La joven periodista egresada de la Universidad de Chile realizó su primer viaje a la isla en febrero del 2013 ‘pensaba ir por un mes, pero me di cuenta que en ese tiempo no hacía absolutamente nada, primero tenía que conocer a las personas, generar vínculos, entremedio trabajé en el canal local, y a través de eso y de otras personas, conocí a estas mujeres’.

El libro reúne testimonios sobre las historias de vida de María Elena Hotus, gran maestra del canto antiguo rapanui; Aru Pate, mujer transexual, hija de María Elena y heredera de sus conocimientos;  Isabel Pakarati, artesana, maestra del kai-kai; y Alicia Teao profesora de lengua rapanui del colegio Lorenzo Baeza Vega.

“Creo que siempre habrá errores en los textos que se escriban sobre Rapa Nui porque la memoria de los rapanui se niega, una y otra vez- porfiada como quien la crea-, a ser escrita en la lengua del colonizador”, señala la autora en una nota del libro.

¿Por qué quisiste investigar este tema?

Crecí en una familia de varias mujeres, entonces el tema de la mujer siempre me llamó la atención, entre otras cosas, porque hemos sido una voz históricamente marginada en los relatos oficiales. Un día en mi casa encontré un disco de música llamado Ríu Rapanui de María Elena Hotus, cuando lo escuché me llamó mucho la atención porque era una sonoridad distinta a la que estamos acostumbrados a asociar con la isla. Comencé a investigar sobre Rapa Nui y tuve la percepción de que quienes exponían esa cultura en otras partes, en documentales, reportajes, en los libros, eran en su mayoría hombres, entonces esto se contradecía un poco con la teoría que plantea que las mujeres son quienes transmiten la tradición oral. Y la tercera inquietud tenía que ver con la construcción de identidad y memoria, y de cómo muchas veces estamos acostumbrados a construirla en función más de lo foráneo, sin mirar hacia el interior o al propio pasado. Con esas inquietudes decidí hacer mi tesis del tema.

Cuando tomaste la decisión de realizar esta investigación, ¿consideraste si al periodismo le interesaba esta área?

Lo que más se ve es el periodismo que aborda la actualidad, me parece que hay poco espacio de difusión para trabajos periodísticos que buscan tener un alcance distinto y que requieren más tiempo de investigación. Los periodistas podemos realizar un aporte en estos temas, buscando una mirada distinta a la tradicional, escuchando con atención las voces de los entrevistados más allá de la cuña y situándola en un contexto más amplio. Finalmente se trata de las voces de quienes están construyendo la historia en su quehacer cotidiano, se trata de mujeres que tienen algo que decir y uno intenta transmitirlas de una forma que pueda llegar hacia todos los que se interesen en el tema, que no quede encerrado en la academia. Ese es un gran valor de nuestro oficio.

Desde esa perspectiva, ¿crees que el periodismo ha estereotipado a los pueblos indígenas en Chile?

Sí, eso es lo que hacen los medios de comunicación como instituciones. Generalmente el acercamiento que tenemos hacia los pueblos indígenas es a través de la crónica roja, de lo que vende en los titulares de El Mercurio. En el caso de Rapa Nui nos enteramos de lo que ocurre allá solo cuando hay brotes de virus como el zicka o conflictos por la administración de las tierras, pero de manera muy superficial sin un contexto histórico que permita comprender en su complejidad las demandas. Eso se debe a muchos factores. Entonces ahí está el desafío de buscar construir desde el mismo periodismo, una mirada distinta. En base a este diagnóstico que tú haces, es que se erige esta posibilidad de abordar el tema en el libro desde la crónica que permitía un tratamiento más literario y quizás más llamativo para el lector, y a la vez, relevando los testimonios de las personas entrevistadas, de las mujeres que son el hilo conductor de las historias.

El estereotipo Rapa Nui es de algo exótico, sensual, ¿estás de acuerdo con ello?

Claro, la primera aproximación que tenemos suele estar vinculada a una mirada exotizadora de la cultura rapanui. Desde los moai que son la carta de presentación del turismo en el extranjero, pasando por los bailes que si bien son una parte de sus expresiones, no son lo único. Desconocemos mucho la densidad histórica y cultural de este pueblo, pero “se entienden” a veces estos estereotipos, porque en los colegios se enseña muy poco. Hace falta profundizar la educación en este ámbito, para ir más allá de lo exótico y nutrirlo de contenido. Esa exotización sirve también para tapar una historia donde el Estado de Chile permitió prácticamente la esclavitud de los rapanui a manos de la Compañía Williamson Balfour que los encerró en un gueto y los obligó a trabajar para ellos. Pero por otro lado esa exotización también responde a la introducción de elementos foráneos a las expresiones artísticas rapanui, para adaptarlas a las expectativas del visitante y fomentar el desarrollo del turismo que hoy día es la base de su economía. No se trata de un problema, porque las identidades se transforman constantemente. Sin embargo esos cambios generan tensiones en los más ancianos y eso es algo de lo que dan cuenta los testimonios de Isabel Pakarati y María Elena.

Pasando al tema del libro propiamente tal ¿por qué esas mujeres?

En Isla de Pascua hay muchos y muchas maestras de la tradición oral, casi todos sus habitates son artistas y transmiten los conocimientos de sus antepasados. Sin embargo, había que elegir y el primer factor en esa decisión fueron las propias personas que fui conociendo en la isla, había un reconocimiento de parte de sus pares, también en función de la edad que tenían, María Elena e Isabel. Luego estaba el factor de quiénes les enseñaron los conocimientos que hoy transmiten. En el caso de María Elena su maestro fue Papa Kiko, reconocido por la comunidad como el patriarca cultural rapanui de la segunda mitad del siglo XX, y también Laura Hill Huki una artista que cantaba en el coro de la iglesia y cuya historia es poco conocida pero fundamental porque ella introdujo cantos tahitianos a Rapa Nui, muchos de los cuales se conservan hasta hoy; Los maestros de Isabel Pakarati fueron sus padres Santiago Pakarati Rangitaki y su madre Amelia Tepano Ika; y Alicia Teao quien aprendió de sus padres adoptivos Rubén Hito y Lidia Avaka, ellos fueron importantes gestores culturales, pero Alicia insistía mucho que ella no se reconocía como una maestra porque es más joven que las demás, sin embargo, en la práctica es maestra en el colegio, donde enseña la lengua. Había también algo interesante en cómo se relacionaban estas tres mujeres en su quehacer cotidiano.

Desde mi mirada, ellas cumplen un rol fundamental en la trasmisión y construcción de su identidad a través de lo que enseñan, y no lo hacen sólo en el espacio privado sino también en el espacio público, por ejemplo en la Tapati Rapanui, que es el espectáculo más importante de la isla, un festival que por un lado está muy enfocado al turismo, pero que hoy se ha convertido en la instancia que encuentran los más viejos para reunirse con los jóvenes y  enseñar cantos, kai –kai y bailes. En esos espacios estas mujeres se destacan y cumplen un rol político importante como agentes activas en la preservación y transformación de su comunidad. En ese sentido, María Elena junto a su hija Aru hacen un trabajo de registro de los cantos antiguos en discos de música, un formato que llega de mejor manera a las nuevas generaciones y que frente a la fragilidad de la tradición oral permite también su preservación.

¿Por qué crees que es importante que la gente chilena recoja y lea estas historias?

Creo que tenemos que construir puentes que permitan más allá de homogenizarnos, como algunos pretenden, encontrarnos con el otro a través del conocimiento. Este libro es una invitación a eso, a conocer un poco más sobre Rapa Nui de la mano de mujeres que construyen en su cotidianidad parte importante de la historia social de su pueblo.

Agrega: “Me gustaría destacar a Aru Pate, la hija de María Elena, ella maneja muy bien su lengua y el español, trabajamos muy a la par, interpretó del rapanui al castellano y revisó los textos. Su historia es bien particular, ella es transexual, y lo que cuenta en el libro es que de alguna manera ella se sujetó en los conocimientos de su madre para validarse frente a una situación que no necesariamente era bien vista, porque junto con los continentales también llegó un fuerte prejuicio ante la diversidad sexual, un prejuicio que no es propio de la polinesia. Para ella la cultura fue un espacio desde donde defenderse”.

¿Cuál es tu mayor aprendizaje con toda esta experiencia?

Creo que tiene que ver con la valoración de la voz de la mujer. Las mujeres hemos sido acalladas históricamente, por eso tenemos que construir nuestros propios relatos desde nuestras propias miradas. Con esa voluntad escogí como método de investigación la entrevista en profundidad y el formato de crónica que permite relevar el testimonio, que es una forma muy femenina de contar. Es necesario escuchar las voces de otras mujeres para aprender. En este caso se trata de voces que han sido doblemente excluidas por ser mujeres e indígenas, sin embargo su memoria permanece viva y se transforma permanentemente en la Tapati, en sus hogares, en su propia historia.

Cabe señalar que el libro “Maestras de la tradición oral Rapanui” se puede adquirir en librerías Antártica, TXT.

Por Paula Huenchumil Jerez

 

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